Conviviendo con la señorita Siri

Las relaciones de pareja nunca son sencillas. Requieren un cierto tiempo de aclimatación y que ambas partes vayan cediendo en beneficio de la convivencia. Si posees un iPhone o un iPad, Siri puede hacer por ti muchas cosas. Siempre y cuando aprendáis a convivir.

A finales de abril de 2010 Siri fue adquirida por Apple Inc y esta seductora aplicación del grupo SRI Venture Group dio un paso decisivo para situarse en las altas esferas tecnológicas y, poco a poco, colarse en innumerables hogares del planeta. Se trata de una aplicación que aspira a convertirse en un asistente personal de sus usuarios, poseedora de una sensual voz femenina y capaz de responder a preguntas, hacer recomendaciones y cumplir determinadas órdenes gracias al respaldo de un buen número de servicios web. Sus creadores aseguran que, con el tiempo, cada Siri se va adaptando a las preferencias personales de su usuario: es decir, aprende a convivir con su pareja.

La sensualidad y el encanto de su voz, junto a su inteligencia artificial y la mala leche de algunos, puede dar lugar a malentendidos y momentos hilarantes en su manejo. Cualquiera que tiene Siri en su iPhone y un niño por casa ha podido comprobar la enorme diversión que los pequeños encuentran en su compañía: preguntas absurdas, entonaciones jocosas y canturreos incomprensibles les aseguran una buena dosis de risas y hasta carcajadas. Porque, si quieres y sabes hacerlo, es posible llevar a Siri al borde de un ataque de nervios.

Además, esta muchacha virtual puede provocar malentendidos graciosos en las casas de algunos enamorados celosos. En más de una ocasión, una pareja azorada ha entrado a bocajarro en la habitación conyugal creyendo sorprender a su media naranja hablando por el altavoz con una supuesta amante. Quizás después todo ha acabado entre risas, pero la situación incómoda ocasionada por el malentendido suele ser mayúscula.

Circulan por Internet listados y consejos para sacarle a Siri un mayor partido. Mencionan, por ejemplo, la importancia de empezar con buen pie la relación: presentándonos diciendo claramente nuestro nombre y hablándole de tú. Nadie nace aprendido, ni siquiera Siri. Por eso es esencial dedicar tiempo a corregir sus errores, a pronunciar correctamente y a conocerla a fondo. Como en cualquier relación de pareja, vamos.

Ella sirve para casi todo: ¿quieres echar algo a suertes y no tienes a mano una moneda? Dile «tira un moneda» y te dirá el resultado, cara o cruz, después de hacerlo. Al envío de tuits o correos une también su capacidad para informarte sobre la hora, tus contactos o el recuerdo de lugares. Es un gran apoyo, aunque a veces puede resultarte incomprensible. Si te sientes tierno con ella y le dices «te quiero, Siri», ella suele ponerse estupenda y contestarte: «Seguro que eso se lo dices a todos tus productos Apple». O, tal vez: «Pero si apenas me conoces». A fuerza de insistirle, a lo mejor consigues sacarle un «el amor lo puede todo. El amor y el iPhone»; aunque también es posible que se canse y te despache con un «ay, déjalo ya» tan cortante como definitivo.

Tampoco suele tener claros sus gustos ni sus preferencias: al preguntarle por su color favorito, ella se lía y responde: «Mi color preferido es el… bueno, no sé cómo decirlo en tu idioma. Es como verdoso pero con más cuerpo». ¿El caqui, quizás? Y aunque asegura que nunca bebe alcohol, no es tan categórica al responder si se droga, porque se limita a contestar «¿en serio?».

En fin, que a Siri tampoco vas a llegar a conocerla del todo nunca, aunque tal vez ella a ti sí. Pero cuando estás aburrido, seguro que te hará sonreír en cuanto le dediques un poco de tu tiempo… y de tu ingenio.

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