Deporte doméstico

No afirmamos nada nuevo al decir que el ejercicio beneficia a las personas física, mental y emocionalmente. Es bueno para la salud. La actividad aligera nuestro organismo, potencia el sistema inmunológico y el tono muscular, disminuye la presión arterial, nos hace quemar grasas y ayuda a optimizar el funcionamiento corporal. Mejora, además, la autonomía, la memoria y la agilidad intelectual; y desde un punto de vista afectivo, por lo general eleva nuestra satisfacción personal, la sensación de bienestar y nuestros niveles de optimismo y flexibilidad mental.

Y es que la interacción del cuerpo con el espacio y el tiempo, a través del movimiento, nos reporta una serie de experiencias y aprendizajes muy valiosos para esa triple dimensión del ser humano: cuerpo, psique y sentimientos, proporcionándonos un mayor equilibrio emocional y un mejor funcionamiento psicosomático.

Todos tenemos, en potencia, uno o varios deportes que se adaptan de una forma idónea a nuestras características físicas y temperamentales. Al elegir hay que considerar la edad y las circunstancias personales; si bien es cierto que la lista de alternativas puede ser interminable: footing, aerobic, pádel, tenis, fútbol, natación, baloncesto, esquí, ping pong, petanca… Debemos escoger la actividad deportiva que mayor satisfacción integral nos proporciona y, a nuestro ritmo, sin excesos ni perezas desmedidas, fijar unos horarios semanales en los cuales podamos practicarla para liberar tensiones, inmovilismo y, de paso, algunas calorías.

Combatir la vida sedentaria es, a cualquier edad, una sabia decisión que siempre nos beneficiará a medio y largo plazo. Nunca es tarde para hacerlo. También es cierto que el deporte es, de alguna forma, una actitud vital: igual que existen personas polideportivas que hacen del chándal y las zapatillas una constante en su vida, existen otras que sin realizar ninguna práctica deportiva homologada se encuentran permanentemente activas durante todo el día. Conozco a una mujer, que va a cumplir setenta, cuya vitalidad es admirable, y eso que no ha practicado deporte alguno desde niña. Eso sí, siempre la ves andando por la calle a muy buen ritmo, portando bolsas cargadísimas desde el supermercado, pendiente de mil cosas, en una actividad física y mental casi permanente.

Así, si el deporte no viene a tu vida, tu vida puede ir hacia el deporte. Y no solo porque existen prácticas cotidianas equiparables a este en cuanto a actividad saludable: subir y bajar diariamente las escaleras de casa, ir al trabajo caminando, jugar activamente con los hijos, hacer el amor o incluso las tareas domésticas de orden y limpieza, si las realizamos con el ritmo y la actitud adecuados, pueden convertirse en auténticos deportes. Lo importante es abandonar esa vida sedentaria de zapeo, piscolabis, sentadismo, dejadez perruna y abotargamiento general, sustituyéndola por prácticas saludables de actividad física y mental tan energética como revitalizante. ¿Cuál va a ser la tuya?

Facebook
Twitter
LinkedIn
Telegram
WhatsApp
Email

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *