El arte de retar

El hiperrealismo se está convirtiendo en una de las expresiones artísticas más reconocidas hoy en día. De hecho, cada vez más autores utilizan Internet y las redes sociales para interactuar con sus públicos más allá de la tradicional relación obra-espectador.

Siempre ha habido una cierta controversia a la hora de definir qué es el arte y, tras la aparición de las vanguardias, al evaluar y calificar las creaciones artísticas humanas. Muchos ciudadanos poco acostumbrados no son capaces de valorar y reconocer el atractivo —ni el mérito— de las obras no figurativas o abstractas. «Esto lo puede hacer un niño» es un comentario frecuente entre un porcentaje poblacional elevado: son personas que suelen asociar el mérito artístico a la dificultad técnica de la realización. Quizá, por este motivo, el hiperrealismo goza en la actualidad de un empuje mayoritario y de un reconocimiento generalizado que se apoya en el uso de las nuevas tecnologías. Esta tendencia —fundamentalmente pictórica, aunque también escultórica y del cómic— surgió a finales de la década de los sesenta, en Estados Unidos, con el objetivo de reproducir la realidad con una fidelidad y una objetividad mayores, incluso, que la fotografía. El resultado son un conjunto de creaciones espectaculares, de una dificultad extrema y de un mérito mayúsculo que todos reconocen. Esta corriente artística resulta, por ello, extremadamente popular: encandila a cualquier tipo de público y es capaz de aprovechar Internet y las redes sociales para impulsar experiencias multisensoriales, todavía más completas, en sus receptores.

Este es el caso de Howard Lee, un artista británico que lanza a las redes sociales retos visuales sumamente estimulantes. El trampantojo se renueva, con ellos, y alcanza una dimensión extraordinaria. Por medio de vídeos, coloca pares de elementos enfrentados que, aunque parecen idénticos, no lo son. Durante el audiovisual y a través de espectaculares golpes de efecto, el observador descubre cuál es el objeto real y cuál el dibujado. Este artista confiesa que se ha obsesionado con el realismo y considera «que hay algo magnético en ese momento en el que te das cuenta de que la realidad que percibes es más compleja de lo que parece, que tus ojos y tu mente han sido engañados».

Los seguidores de Howard Lee crecen de manera exponencial en Youtube e Instagram. Perritos calientes, teléfonos móviles, tomates frescos e incluso papa noeles de chocolate han sido objeto de su esmerado trabajo. Un proceso creador que puede durar entre dos y veinte horas, en función de la dificultad del modelo, y que termina concentrado en ese minuto y medio de vídeo que hace posible admirar la técnica del artista, su talento creativo y el misterio de la percepción humana.

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