Navidades en el mundo: las celebraciones más extrañas

Cada hogar, cada familia, vamos construyendo nuestras propias costumbres navideñas. El sitio en el que nos sentamos, los platos que comemos y los usos que aplicamos se van configurando año tras año hasta convertirse en tradiciones. Curiosas y sorprendentes a veces, pero siempre entrañables, serían totalmente diferentes si hubiésemos nacido en otros lugares del planeta.

Celebrar la Navidad es, para casi todos, ilusionante y bonito. Sin embargo, existen tradiciones en el mundo verdaderamente extrañas, llamativas, increíbles. Quién sabe, quizás si las descubres puedes animarte a incorporarlas. Aunque, sinceramente, algunas de ellas van a dejarte de piedra.

¿Te imaginas decorar tu árbol de Navidad con telas de araña? En Ucrania es una práctica habitual, e incluso se considera señal de buena suerte encontrar una en casa en estas fechas. Todo radica en una leyenda que habla de una viuda paupérrima, con dos hijos, que solo contaba con un pequeño arbolito para conmemorar estas fechas y no podía permitirse adornos ni dulces de ninguna clase. Enternecidas por esa situación tan miserable, las arañas de la vivienda decidieron adornar el árbol con sus telas y, prodigiosamente, a la mañana siguiente estas se convirtieron en hilos de oro y plata. Aquella familia nunca volvió a pasar penurias. Lo que se hace en Noruega, por otra parte, también es sorprendente: esconden todas las escobas para evitar que las brujas y los espíritus malignos las encuentren y vuelen sobre la casa. Curioso, ¿verdad?, que ambas tradiciones se hayan consolidado en la época navideña aunque parecen de Halloween.

Llamativo asimismo es cómo acuden a misa, la mañana del 25 de diciembre, la mayoría de los feligreses de Caracas: ¡lo hacen patinando! Incluso se cortan las carreteras y se habilitan las calles para facilitar el tránsito.

Otra de las costumbres navideñas inverosímiles acontece en determinados países de la antigua Yugoslavia. Dos semanas antes de estas fechas, los niños se acercan con sigilo a su mamá, le atan los pies mientras canturrean rimas tradicionales y la extorsionan pidiendo regalos a cambio de su liberación. Una semana después, hacen lo mismo con su padre y, en ambos casos, obtienen su propósito. Imagino que Papa Noel y sus majestades de Oriente, si se atreven a entrar en esas casas, lo harán temiendo ser, igualmente, inmovilizados.

Sin duda, el plato navideño más extraño del mundo se da en Groenlandia. ¡Seguro que no vas a incorporarlo a tu menú! El kiviak es un manjar preparado con carne de ave cruda que se enrolla en piel de foca y se entierra debajo de una piedra durante varios meses, hasta que alcanza un avanzado estado de descomposición. Su sabor es fortísimo y, su aroma, como de queso azul viejo. Pero, no nos engañemos, apetitoso, apetitoso no parece. Llegado el caso, es mejor abrazar la costumbre gastronómica japonesa, país en el que es tradición ir al Kentucky Fried Chicken más cercano, en familia, para comer pollo frito en Navidad. Es menos sano que nuestros langostinos, besugos y corderos, desde luego, pero al menos las aves en cuestión han sido cocinadas.

¿Qué: te animas a incorporar algunas de estas a vuestras costumbres familiares? Quién sabe, quizás a los ucranianos, los yugoslavos y los groenlandeses les resulte igual de inverosímil vernos comer uvas al ritmo de las campanadas, cantar villancicos mientras golpeamos con un cucharilla un botellón de anís o aguantar los chistes zafios del invitado de turno.

Celébralas con tu gente como tú desees. Pero, sobre todo, disfrútalas al máximo. ¡Felices navidades para todos!

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