No caigas en la red

Las redes sociales y la tecnología en general nos ofrecen infinitas posibilidades de comunicación y desarrollo. Pero, ¿estamos preparados para convivir con ellas? ¿Sabemos sacarles el máximo partido sin poner en riesgo nuestra existencia presente o futura?

El cambio cultural e incluso psicológico que ha producido la aparición de Internet y las redes sociales es comparable al de la revolución industrial del siglo XIX. Las transformaciones económicas, tecnológicas y sociales que se están derivando de ello son inmensas, si bien su existencia es tan reciente que todavía no se sabe qué dimensión alcanzarán. Quien más, quien menos, todos estamos familiarizándonos todavía con estas herramientas, adaptándonos a ellas, y es evidente que en algunos casos no estamos haciendo el mejor uso posible de las mismas.

Una conocida exactriz de la popular serie de televisión Cuéntame ha protagonizado recientemente un sonado fiasco al haber estado inventando, a través de sus redes sociales, una vida inexistente. Su falsa presencia en la última gala de los Óscars, ilustrada con un imperfecto montaje de Photoshop, fue la culminación de un proceso delirante en el que se autoasignó en Instagram inexistentes participaciones en series norteamericanas y festivales de cine. Alargó el engaño durante una buena temporada, pero finalmente todo se ha sabido y su imagen personal se ha visto devaluada. ¿Su primera decisión? Cerrar todas sus cuentas para hacer desaparecer esa existencia virtual tan imaginativa. ¿Qué será de ella ahora? ¿Alguien confiará en su profesionalidad después de lo ocurrido? Quién sabe, quizás sirva de estímulo a algunos productores o directores para contar con esta actriz en sus próximos montajes.

Otra noticia reciente en una dirección similar, autopromocional, la han impulsado los publicistas de la película Ex Machine, quienes incluyeron en la app para ligar más famosa del planeta, Tinder, el perfil de una bella joven, curiosa y seductora, capaz de realizar preguntas muy estimulantes. Después de interactuar con ella, al acudir a la dirección de Instagram que la chica les facilitaba, sus interlocutores descubrían… ¡que habían conversado con un robot generador de contenidos, personalizado con el rostro de una de las actrices de la película! Ver el tráiler del film era el resultado obtenido tras el coqueteo.

Los hechos demuestran que cada vez más parejas se ponen en peligro por culpa de las redes y que cada vez más usuarios se avergüenzan de algunas de las fotos o los textos que colgaron. En un futuro próximo, la selección de personal de las empresas incorporará una investigación de nuestra historia online. En consecuencia, quizá no sea tan buena idea colgar excesos juveniles, alegatos desmedidos ni proclamas incendiarias en nuestros perfiles.

Como cualquier herramienta, las redes sociales, en sí mismas, no son buenas ni malas, depende del uso que les demos. Debemos ser conscientes, eso sí, de que llevamos manejándolas muy poco tiempo. Así que el principio de prudencia nos puede venir bien al emplearlas. No vaya a ser que al final las cargue el diablo.

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