Cada vez necesitamos más y más contraseñas para acceder y disfrutar de los avances tecnológicos actuales. Pero ¿cómo conjugar la necesidad de crearlas con total seguridad y conseguir recordarlas?
Las contraseñas nos invaden. Están por todas partes: en el código PIN y el password del móvil, en las tarjetas de crédito, en las de débito, en los accesos a la banca online, en la alarma de casa, en la de la oficina, en las redes sociales, en las tiendas electrónicas… ¡y hasta en el candado de nuestra taquilla del gimnasio! Lo más difícil no es convivir con ellas sino, sobre todo, ¡recordarlas!
Y no sirve cualquiera, qué va. Eso tan abstracto y alejado de sufrir un ataque cibernético, que pensamos que nunca nos sucederá a nosotros, ocurre mucho más frecuentemente de lo que pensamos. Hace poco, el grupo musical Gorillaz vio cómo se filtraban a internet las nuevas canciones de su disco porque un hacker avispado acertó la contraseña con la que las habían protegido: «2017». O sea, que lo principal no es poder memorizarlas, sino idearlas seguras.
Si entre las máximas que nos ofrecen los expertos destacan no emplear la misma clave en todos los lados ni utilizar combinaciones fáciles o con un sentido concreto, ¿cómo hacemos para recordarlas? Quizás, lo mejor, sea contar con una libreta guardada en un lugar recóndito y, si deseamos blindarla por completo, esconderla en una caja de seguridad… ¡con su propia contraseña! Ya está, hemos entrado en bucle. Volvemos al principio.
Todo se complica todavía más si decidimos aplicar otro de los grandes consejos de seguridad personal en materia de passwords: conviene renovarlos cada cierto tiempo. Cambiarlos, vamos. Lo que nos faltaba. Reaprenderlos una y otra vez de una manera infinita.
Para sobrevivir a este pandemónium solo hay una máxima: ¡Sálvese quien pueda! Tenemos que apañarnos cada uno como buenamente podamos. Eso sí, respetando siempre las 3 reglas de la creación de contraseñas seguras:
- que sean difíciles de adivinar;
- que combinen todo tipo de caracteres;
- que se relacionen con algo nuestro de algún modo, para que consigamos recordarlas.
Nuestra voluntad es la mejor, por eso te proponemos leer este enlace para crear y recordar contraseñas realmente seguras, que tal vez pueda ayudarte. En él te proponen establecer patrones, evitar la inclusión de datos personales, reemplazar las letras por números o, lo más innovador, utilizar un administrador de contraseñas. Esta utilidad se encarga de crear y gestionar todas las que necesites… excepto la madre, que sí deberás crearla tú… ¡y recordarla! Otra vez el bucle…
Vivimos sometidos por la tiranía de las contraseñas. Y, desde la consolidación del móvil, nos hemos acostumbrado a no recordar nada porque todo está guardado —y a mano— en su memoria. Tal vez, a corto plazo, volverá a ser necesario, en los colegios e instituciones educativas, ejecutar la memoria y aprender nuevos recursos mnemotécnicos.
Es lo que hay: las claves son claves.