La tecnología de la impresión en tres dimensiones está llamada a transformar nuestra existencia. Este procedimiento acercará la fabricación de objetos al propio usuario, que tendrá la posibilidad de autoabastecerse.
Afirman los expertos en impresión 3D que bastará poder imaginar algo para materializarlo. La producción se deslocalizará, ya que será posible fabricar lo necesario allí mismo donde se necesite; hablan, incluso, de una nueva era a la que ya han bautizado como la Tercera Revolución Industrial. ¡Estas impresoras serán capaces de autorreplicarse para construir secuelas de sí mismas!
Al margen de algunas limitaciones inherentes a la propia tecnología, como el tamaño —no excesivamente grande— y los materiales —además de plásticos actualmente se puede imprimir en polvo de metal, conglomerado de madera e incluso fibra de vidrio y cemento—, se nos abre un mundo de oportunidades. Tendremos que aprender a hacer un buen uso de él, porque si bien es cierto que algunos alertan sobre lo fácil que resultará fabricar armas en casa, no lo es menos que también pone a nuestro alcance un inagotable abanico de avances para la humanidad. Así, las prótesis y los accesorios ortopédicos fabricados por impresoras 3D ya son una realidad: desde muñequeras hasta articulaciones para mutilados, pasando por tablillas a medida, los resultados obtenidos son mejores en cuanto a inmediatez, funcionalidad, estética y economía del proceso. De hecho, la creación de prótesis a medida en zonas de conflicto bélico y con minas antipersona pronto será un hecho.
La firma Darwin Research fabricó con este procedimiento una mano prostática por solo dos mil euros, cuando su coste habitual por el sistema convencional es de cuarenta mil. Además, las previsiones establecen que se podrá realizar en solo un par de días. Otros hitos que abren las puertas a escenarios esperanzadores son la impresión de un sistema circulatorio con venas y arterias funcionales –lo cual permite concebir que, a medio plazo, se podrán imprimir órganos compatibles con los del paciente—, así como edificios completos, bolas de ping-pong indeformables, objetos que se convierten en altavoces, bolígrafos para dibujar en el aire y automóviles revolucionarios.
Estamos llamados a explorar y conquistar un universo de posibilidades inimaginable, que puede generar un nuevo paradigma social y personal. Ahora somos todavía analfabetos funcionales en la impresión 3D, como antes lo fuimos en Internet y la telefonía móvil. Muy pronto todo cambiará. Muchísimo más de lo que imaginamos.